Cabalgaba sobre su noble caballo de color canela, a un trote de ritmo constante i perfecto dentro del picadero de la hípica. Hacía un día soleado, con pocas nubes en el cielo y de vez en cuando cruzaban chirriando hermosas golondrinas. De lo lejos apareció ella, siempre llevando a su yegua de color chocolate negro a su izquierda, su largo pelo castaño claro salía de debajo del casco recogido en una cola y apoyado en su hombro, llevaba una camiseta azul claro que le quedaba perfecta con su piel blanca, unos pantalones de montar marrones y sus botas negras. Tenía un andar seductor, moviendo las caderas hipnóticamente como el baile de la abeja reina. Se acercó a la valla, me miró y sonrió, que ganas tenía de volver a sentir su magia en mi cuerpo, abrió la puerta sin dejar las riendas del caballo y entró. Montó a su yegua y empezó a dar vueltas al paso, fijamos la mirada, la una a la otra, sus ojos verdes me transmitían seguridad. Después de hacer unos ejercicios de doma y algo de saltos, salí, me encaminé al establo y allí quité la silla a mi caballo… en ese momento oí pasos a mi espalda me giré lentamente y la vi entrar, dejé a mi caballo listo y entre en su cuadra, donde ella estaba esperándome apoyada a la pared del final, medio tapada por su bonita yegua. Me acerqué, me puse delante de ella, la cogí por la cintura y la besé apasionadamente, noté como sus manos subían por mis piernas, acariciándome suavemente…http://es.youtube.com/watch?v=8ge7eYq9JfQ


